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Una instalación estadounidense ha producido por primera vez 90 kilogramos de uranio de alto ensayo y bajo enriquecimiento (HALEU), mientras el pais trabaja para reducir su dependencia del combustible nuclear importado de Rusia.

La administración Biden dijo que la muestra era la primera de su tipo en Estados Unidos en más de 70 años y cumple un hito clave en el objetivo del Departamento de Energía (DoE) de operar 16 centrifugadoras avanzadas en una instalación de enriquecimiento en Ohio.

La tecnología podría sentar las bases para la restauración de la capacidad de enriquecimiento de uranio de Estados Unidos, que se desaceleró en la década de 1950.

"Una cadena de suministro de uranio confiable es esencial para alimentar la flota más grande del mundo de 93 reactores comerciales en los EE.UU., producir isótopos médicos que salvan vidas y desplegar nuevos reactores avanzados que pueden generar empleo y reducir las emisiones de dióxido de carbono en comunidades de todo el país", dijo el gobierno en un comunicado.

"Sin embargo, la actual dependencia estadounidense de materiales y combustibles nucleares de origen ruso socava la seguridad de esta cadena de suministro", agregó. 

Actualmente, Rusia genera la única fuente comercialmente disponible del mundo de HALEU, que Estados Unidos necesita para alimentar una nueva generación de reactores nucleares avanzados que se están desarrollando.

La única instalación que enriquece uranio y proporciona HALEU para el mercado estadounidense es la American Centrifuge, propiedad de Centrus Energy, con sede en Ohio.

La planta ha estado en una pausa de 22 años, pero comenzó a enriquecerse nuevamente en octubre, en gran parte como respuesta a una posible escasez de Rusia.

PROHIBICIÓN DE IMPORTAR
La Cámara de Representantes de Estados Unidos aprobó a finales del año pasado una legislación que prohíbe la importación de uranio ruso enriquecido para su uso en reactores nucleares estadounidenses.

La medida fue diseñada para paralizar a la corporación nuclear estatal rusa Rosatom, que participa activamente en la invasión de Ucrania por parte de Moscú.

El proyecto de ley debe ser aprobado por el Senado y luego firmado por el presidente Biden para convertirse en ley, aunque el cronograma para ello aún no está claro.

La administración Biden ha indicado una propuesta de implementación de la prohibición para 2028, lo que deja solo cuatro años para que la nación expanda sus instalaciones de enriquecimiento de uranio y encuentre proveedores alternativos.

SE NECESITA SUMINISTRO INTERNO
La opción de suministro más prometedora probablemente sea la planta Urenco USA en Nuevo México, operada por Louisiana Energy Services.

Es la única instalación comercial de enriquecimiento que opera en EE.UU. y Urenco anunció planes en julio del año pasado para ampliar su producción para 2025 en respuesta a la demanda de combustible no ruso.

El Departamento de Energía emitió en enero una solicitud de propuestas de servicios de enriquecimiento de uranio para ayudar a establecer un suministro interno confiable de combustibles utilizando HALEU.

La iniciativa fue diseñada para ayudar a alcanzar el objetivo del presidente Biden de emisiones netas cero para 2050, aumentar la seguridad energética, crear empleos bien remunerados y fortalecer la competitividad económica de Estados Unidos.

DEPENDENCIA RUSA
Estados Unidos, como muchos de sus homólogos europeos que apoyan la resistencia de Ucrania, sigue dependiendo en gran medida del uranio enriquecido de Rusia.

Actualmente, la nación gasta aproximadamente mil millones de dólares al año en importaciones de combustible nuclear ruso, lo que representa una importante fuente de ingresos para Rosatom, que reportó ingresos en el extranjero en 2022 por un total de US$ 8.000 millones.

El año pasado, Rusia fue el proveedor número uno de suministros de uranio enriquecido para Estados Unidos, casi una cuarta parte del cual se utilizó en la flota de reactores comerciales del país.

La dependencia del país del combustible enriquecido en Rusia deja a sus plantas nucleares actuales y futuras vulnerables a un posible cierre ruso de las ventas de uranio enriquecido, lo que los analistas sugieren que es una posibilidad real dada la inclinación del presidente Vladimir Putin por utilizar la energía como arma geopolítica.